Fotografías: Amelia G. Suárez
INVIERNO PARA BEBERLO
El invierno ha llegado al llamado de
alguien
Y las miradas emigran hacia los calores
conocidos
Esta noche el viento arrastra sus chales
de viento
Tejed queridos pájaros míos un techo de
cantos sobre las avenidas
Oíd crepitar el arco iris mojado
Bajo el peso de los pájaros se ha plegado
La amargura teme a las intemperies
Pero nos queda un poco de ceniza del
ocaso
Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre ese abanico vegetal
Seducciones de antesala en grado de
aguardiente
Alejemos en seguida el coche de las
nieves
Bebo lentamente tus miradas de justas
calorías
El salón se hincha con el vapor de las
bocas
Las miradas congeladas cuelgan de la
lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros petrificados
Los ojos están llenos de un líquido
viajero
Y cada ojo tiene un perfume especial
El silencio es una planta que brota al
interior
Si el corazón conserva su calefacción
igual
Afuera se acerca el coche de las nieves
Trayendo su termómetro de ultratumba
Y me adormezco con el ruido del piano
lunar
Cuando se estrujan las nubes y cae la
lluvia
Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar
Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas
Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente
Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del
tiempo
Simiente de sonido de campanas
Sobre los naufragios más lejanos
Calentad vuestros suspiros en los
bolsillos
Que el cielo peina sus nubes antiguas
Siguiendo los gestos de nuestras manos
Lágrimas astrológicas sobre nuestras
miserias
Y sobre la cabeza del patriarca guardián
del frío
El cielo emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras heladas a medio camino
Ahora que el patriarca se ha dormido
La nieve se desliza se desliza
se desliza
Desde su barba pulida
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