Ότι δεν με σκοτώνει με κάνει πιο δυνατό


viernes, 14 de junio de 2013

Rafael Cadenas: “Contestaciones” a Meleagro de Gádara y Alfeo de Mitilene





© ROLDÁN SERRANO



Disfruto estos días previos al verano leyendo la poesía de Rafael Cadenas. Este venezolano (Barquisimeto, 1930) es un reconocido poeta, sin duda uno de los grandes.

En su obra encontramos una apuesta por la vida con el individuo como centro de su atención. Un compromiso personal envuelto en versos sobrios, claros, sin artificios. "No quiero estilo sino honradez" leemos en uno de sus poemas.

Este Poeta Mayor  que se declara firme partidario del diálogo dice de sí mismo: Soy apenas un hombre que trata de respirar por los poros del lenguaje.

Me gusta su actitud crítica, esa que no surge de posicionamientos preconcebidos sino de la realidad, de lo que se ve.  Es de agradecer la lucidez de un hombre que nos transmite reflexiones como esta: Cualquier ideología es perversa, aunque esté guiada por la buena intención, porque separa a los seres humanos. El bien que se busca termina trocándose en mal. Las revoluciones traen violencia, se vuelven sangrientas, instauran dictaduras, destruyen y se autodestruyen, todo por el bien del pueblo. Prefiero el sentido común, que es ajeno a carismas, redencionismos, salvaciones, a todas esas grandiosidades hipócritas cuyos promotores nunca se han visto a sí mismos. Si lo hicieran se darían cuenta de que el mal que pretenden combatir está también en ellos y eso es igualmente valedero para los que se les oponen, quienes sin embargo, por estar más cerca de la realidad -al menos su retórica no tiene pretensiones mesiánicas- podrían acercarse al autoconocimiento.


En su obra plural y variada también hay lugar para las Contestaciones,  breves réplicas o alegaciones llenas de ingenio, ironía y una buena dosis de humor en las que el poeta tras elegir un verso o poema breve de otros deja al descubierto sus contradicciones. Un ejemplo lo tenemos en la forma de contestar  al poeta griego Meleagro (Gádara, s. II-I a. C) y su conocido verso,  Eros gran cocinero del alma a lo que Cadenas dice: A él también a veces se le quema la comida. Breve y aguda “mordida”, sí señor.  


También Alfeo de Mitilene es elegido como interlocutor  del poeta y a su conocido epigrama, Es el amor la piedra en que se afila el alma le contesta: “Así amolada puede oradar la noche de las contradicciones y salir límpida en la Aurora”. 

Ahora que se acercan las vacaciones y me pedís que recomiende alguna lectura, aquí tenéis una de las mejores. 

Finalizo ya con un poema al que sigue un vídeo de la Editorial Pre-Textos, grabado en el Homenaje a Rafael Cadenas que se celebró en la Casa de América de Madrid el 9 de junio de 2010. 



Fracaso

Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más exigente, difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje que traías,
más precioso que todos los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas noches me ha hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que una mujer prefiera a alguien más resuelto,
me desplazaste de oficios suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha recibido en mi más pura forma para entregarme
a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra ti.
Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla, cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel, mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos propios, reñir por jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado ser. Por no darme otra vida.
Por haberme ceñido. 
Me has brindado sólo desnudez.
Cierto que me enseñaste con dureza ¡y tú mismo traías el cauterio!, pero también
me diste la alegría de no temerte.
Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa.
Gracias a ti que me has privado de hinchazones.
Gracias por la riqueza a que me has obligado.
Gracias por construir con barro mi morada.
Gracias por apartarme.
Gracias.









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