Foto: Clarence Hudson White (1905)
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Anoche te esperaba
entre las camelias blancas
de mi jardín de ensueño.
Alegre, creí ver tu sombra
observándome tras los eucaliptos.
Corrí a buscarte,
pero ya no estabas.
En un instante,
En un instante,
tan solo en un instante
todo fue dolor, oscuridad,
cristales rotos
sobre mi cuerpo envejecido
y el gélido beso de la muerte.
Nefasto presagio
de un Hades cruel y envidioso
que arrastrándome
sobre la tétrica laguna del olvido
me obligó a ver tu alma
ausente y perdida,
atrapada sin retorno
en su nocturna morada…
¿Cómo volveré a caminar sin ti
el escarpado sendero de la vida?
A.G.S.
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