Narciso de Caravaggio, 1594
Entre las diversas entradas que forman parte de este blog podéis observar cómo de vez en cuando me gusta recordar la presencia de la cultura clásica en la literatura. Pues bien, en esta ocasión veremos cómo aparece en la obra poética de Manuel Altolaguirre.
Aunque la referencia mitológica de los clásicos en Altolaguirre no es frecuente, sin embargo cuando aparece no responde a un recurso literario puramente ornamental sino que forma parte del mundo íntimo y profundo del autor.El mito clásico que aparece en sus poemas es el mito de Narciso. Recordemos que Narciso, joven que según nos cuentan (especialmente el poeta Ovidio en sus Metamorfosis) por despreciar a todos sus pretendientes recibió como castigo la imposibilidad de enamorarse de nadie excepto de sí mismo, de ahí que en cierta ocasión al acercarse a las aguas de un río ve su propia imagen reflejada y se enamora de ella, pero incapaz de separarse del motivo de su amor permanece inclinado en ese lugar contemplándola hasta que se muere. En el lugar donde se consume el cuerpo del joven nace una flor que llevará su nombre.
Bien, volviendo a M. Altolaguirre, vemos como los diferentes espacios y motivos del mito de Narciso están presentes en sus poemas. Y así la imagen del río es escenario recurrente a través del cual se refleja la vida; ésta fluye y arrastra al hombre –como el río– hasta su inevitable final, la muerte (tema omnipresente en la obra de Altolaguirre).
También la imagen del espejo se refleja en la obra de Altolaguirre a través del cristal que nos aísla, nos encierra entre las aguas hasta terminar por ahogarnos en el olvido y la soledad. De igual modo aparece el amor, en ocasiones egoísta y casi siempre doloroso, lleno de silencio, cerrado, ausente. Y todo envuelto en un paisaje de jardines, de flores, de árboles, de sombras, de nubes que representan el mundo íntimo del poeta.Para terminar este breve y sencillo repaso, me gustaría señalar uno de los rasgos que más me gustan de los poemas de Altolaguirre y es la forma en que une y relaciona entidades tan diferentes como el recuerdo y el olvido, el silencio y el sonido, la soledad y la multitud, en definitiva, la muerte y la vida.
Como muestra he elegido estos dos poemas, (no perdáis la oportunidad de leer la obra este autor).
Aunque la referencia mitológica de los clásicos en Altolaguirre no es frecuente, sin embargo cuando aparece no responde a un recurso literario puramente ornamental sino que forma parte del mundo íntimo y profundo del autor.El mito clásico que aparece en sus poemas es el mito de Narciso. Recordemos que Narciso, joven que según nos cuentan (especialmente el poeta Ovidio en sus Metamorfosis) por despreciar a todos sus pretendientes recibió como castigo la imposibilidad de enamorarse de nadie excepto de sí mismo, de ahí que en cierta ocasión al acercarse a las aguas de un río ve su propia imagen reflejada y se enamora de ella, pero incapaz de separarse del motivo de su amor permanece inclinado en ese lugar contemplándola hasta que se muere. En el lugar donde se consume el cuerpo del joven nace una flor que llevará su nombre.
Bien, volviendo a M. Altolaguirre, vemos como los diferentes espacios y motivos del mito de Narciso están presentes en sus poemas. Y así la imagen del río es escenario recurrente a través del cual se refleja la vida; ésta fluye y arrastra al hombre –como el río– hasta su inevitable final, la muerte (tema omnipresente en la obra de Altolaguirre).
También la imagen del espejo se refleja en la obra de Altolaguirre a través del cristal que nos aísla, nos encierra entre las aguas hasta terminar por ahogarnos en el olvido y la soledad. De igual modo aparece el amor, en ocasiones egoísta y casi siempre doloroso, lleno de silencio, cerrado, ausente. Y todo envuelto en un paisaje de jardines, de flores, de árboles, de sombras, de nubes que representan el mundo íntimo del poeta.Para terminar este breve y sencillo repaso, me gustaría señalar uno de los rasgos que más me gustan de los poemas de Altolaguirre y es la forma en que une y relaciona entidades tan diferentes como el recuerdo y el olvido, el silencio y el sonido, la soledad y la multitud, en definitiva, la muerte y la vida.
Como muestra he elegido estos dos poemas, (no perdáis la oportunidad de leer la obra este autor).
EL MARNuestras vidas son los ríos
que van a dar al espejo
sin porvenir de la muerte.
Allá van nuestros recuerdos
mostrándonos lo que fuimos
y para siempre seremos,
cristal en que nuestras almas
revivirán lo vivido
en las prisiones del tiempo.
Estar lejos de la muerte
es no verse, es estar ciego,
con la memoria perdida,
nublado el entendimiento,
sin voluntad caminando,
volubles, desconociéndonos.
que van a dar al espejo
sin porvenir de la muerte.
Allá van nuestros recuerdos
mostrándonos lo que fuimos
y para siempre seremos,
cristal en que nuestras almas
revivirán lo vivido
en las prisiones del tiempo.
Estar lejos de la muerte
es no verse, es estar ciego,
con la memoria perdida,
nublado el entendimiento,
sin voluntad caminando,
volubles, desconociéndonos.
NARCISOTraigo mi soledad acompañada
de cuantos seres son mis semejantes,
vengo solo, tan solo que conmigo
toda la humanidad sólo es un hombre.
Vengo a verme en las aguas de la vida,
en el lago remoto que revela
la verdad de las cosas, lago o río,
espejo de la muerte del que vive:
ser inferior y rencoroso el hombre.
Las flores nos entregan sus desnudos
para tejer amargas vestiduras;
se deforman los troncos de los árboles
para el triste descanso del que gime.
Nada el hombre es por sí, todo lo debe
al dulce sacrificio de las flores.
Plantas, creced a orillas de este lago,
en donde canto las tristezas mías.
Nada temed, columna de los árboles,
No necesitan tablas mis navíos;
Quiero vivir mi muerte, vuestras vidas,
Vuestra quietud o libertad imito.
No más esclavo ser, Narciso siempre.
de cuantos seres son mis semejantes,
vengo solo, tan solo que conmigo
toda la humanidad sólo es un hombre.
Vengo a verme en las aguas de la vida,
en el lago remoto que revela
la verdad de las cosas, lago o río,
espejo de la muerte del que vive:
ser inferior y rencoroso el hombre.
Las flores nos entregan sus desnudos
para tejer amargas vestiduras;
se deforman los troncos de los árboles
para el triste descanso del que gime.
Nada el hombre es por sí, todo lo debe
al dulce sacrificio de las flores.
Plantas, creced a orillas de este lago,
en donde canto las tristezas mías.
Nada temed, columna de los árboles,
No necesitan tablas mis navíos;
Quiero vivir mi muerte, vuestras vidas,
Vuestra quietud o libertad imito.
No más esclavo ser, Narciso siempre.
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