Ότι δεν με σκοτώνει με κάνει πιο δυνατό


lunes, 8 de abril de 2013

Eugenio Montejo: Navegando hacia Ítaca





Fotografía:  Amelia G. Suárez



















Ἄνδρα μοι ἔννεπε, μοῦσα, πολύτροπον, ὃς μάλα πολλὰ
πλάγχθη, ἐπεὶ Τροίης ἱερὸν πτολίεθρον ἔπερσεν·
πολλῶν δ᾽ ἀνθρώπων ἴδεν ἄστεα καὶ νόον ἔγνω,
πολλὰ δ᾽ ὅ γ᾽ ἐν πόντῳ πάθεν ἄλγεα ὃν κατὰ θυμόν,
ἀρνύμενος ἥν τε ψυχὴν καὶ νόστον ἑταίρων.
  (Ὁμήρου Ὀδύσσεια)


Háblame, ¡Oh Musa! del hombre ingenioso, que mucho tiempo
anduvo errante, tras devastar la sagrada fortaleza de Troya;
que vio las ciudades de muchos hombres y conoció su pensamiento,
aquel que en el mar soportó numerosos tormentos en su ánimo,
luchando por su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria.
(Homero, Odisea)




Así comienza nuestro viaje, surge de la voz del inmortal aedo griego Homero que porta en sus palabras el destino del héroe, el valeroso Ulises. Entre retornos aventureros, búsquedas incesantes y olvidos involuntarios nuestro héroe sufre un duro periplo para alcanzar el horizonte de su patria, Ítaca. Y así convierte su extraordinaria odisea en un canto inmortal que simboliza la lucha de todo hombre por encontrar sus propias raíces, la esencia de su propio ser. Todo un símbolo que se recrea una y otra vez en el imaginario poético de tantos escritores de épocas y estilos bien diferentes. Alguno de ellos ya se ha subido a la nave de Mercurio. Faltan otros, llegarán.

Navegamos  hoy entre los versos de Eugenio Montejo (1938 -2008).  En Ítaca la magia de la palabra del poeta venezolano rinde homenaje a uno de los más reconocidos poetas griegos, Kavafis.  

El hombre en su eterno viaje hacia el encuentro consigo mismo. Todos somos Ulises, caminando sin saber con exactitud dónde se encuentra nuestra particular Ítaca, ni siquiera si está dentro o fuera de nosotros.  Trayecto inevitable que nos llevará a nuestro destino sin importar la distancia recorrida. Debemos estar preparados porque no hay lugar ni tiempo donde esconderse, el momento llegará, el hombre ante sí mismo, sin mentiras, sin máscaras ni disfraces y allí en el centro de nuestro ser, deberemos mostrar el verdadero Ulises que portamos.





Ítaca
(Para un homenaje a Konstantinos Kavafis)

  Por esta calle se va a Ítaca
y en su rumor de voces, pasos, sombras,
cualquier hombre es Ulises.
Grabado entre sus piedras
se halla el mapa de esa tierra añorada.
¡Síguelo!

  El pájaro que escuchas está cantando en griego.
No lo traduzcas. No va ahorrarte camino.
Aquellas nubes vienen de su mar.
¡Contémplalas!
Son más puros los cielos de las islas.

  Por esta calle, en cualquier auto,
hacia el norte o el sur
se viaja a Ítaca.
En los ojos de los paseantes arde su fuego,
sus pasos rápidos delatan el exilio.
Aún sin moverte –como estos árboles-
hoy o mañana llegarás a Ítaca.
Está escrito en la palma de tu mano
como una raya que se ahonda, día tras día,
aunque te duermas, despertarás en Ítaca.

  La lluvia de este valle,
todo lo arrastra, despacio, hasta sus puertas,
no tiene otro declive.
Ya puedes anunciarnos tu llegada,
buscar hotel, dar al olvido tu destierro.
Por esta calle no ha cruzado un hombre,
que al fin, no alcance su paisaje.
Prepara el corazón para el arribo,
una vez en su reino, muestra tu magia.
Será el reto supremo del exilio.

  A ese mar no se miente,
la furia de sus olas todo lo hace naufragio.
Pero no te amilanes.
¡Demuéstranos que siempre fuiste Ulises!

Eugenio Montejo,  (Alfabeto del Mundo)






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