El laberinto
(Elogio de la sombra, 1969)
Zeus
no podría desatar las redes
de
piedra que me cercan. He olvidado
los
hombres que antes fui; sigo el odiado
camino
de monótonas paredes
que
es mi destino. Rectas galerías
que
se curvan en círculos secretos
al
cabo de los años. Parapetos
que
ha agrietado la usura de los días.
En
el pálido polvo he descifrado
rastros
que temo. El aire me ha traído
en
las cóncavas tardes un bramido
el
eco de un bramido desolado.
Sé
que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es
fatigar las largas soledades
que
tejen y destejen este Hades
y
ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos
buscamos los dos. Ojalá fuera
éste
el último día de la espera.
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