La idea de celebrar el
Día del Libro nace en España allá por el año1926 si bien no será hasta 1930 cuando se establezca como fecha definitiva el día 23
de abril.
Años después, en 1995 la
UNESCO fija también ese día, 23 de abril, como Día Mundial del Libro con la idea de promover y
apoyar la lectura. Los motivos que argumenta la UNESCO para elegir ese día y no
otro, son: “El 23 de abril es una fecha simbólica
para el mundo de la literatura. En ese día, en 1616, murió Miguel de Cervantes,
William Shakespeare y el poeta Garcilaso de la Vega, El Inca. El 23 de abril es
también la fecha de nacimiento de otros prominentes autores, como Maurice
Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo”.
Lo cierto es que Miguel
de Cervantes murió un 22 de abril de 1616 aunque su entierro parece ser que se
celebró al día siguiente. En cuanto a William Shakespeare murió el 23 de abril
de 1916 pero no podemos olvidar que en esa época teníamos distinto calendario:
En España y el mundo católico se seguía el calendario gregoriano; el Papa
Gregorio XIII atendiendo una petición del Concilio de Trento modificó el
calendario juliano, heredado de Julio César, estableciendo que el día 5 de
octubre de 1582 pasase a ser el 15 del mismo mes y año. Pero Inglaterra rechazó
esta reforma y continuó rigiéndose por el calendario juliano.
Hoy que es festivo en Castilla y León
no estaría nada mal que dedicásemos un
tiempo a leer. ¿Una recomendación? “Rayuela” de Cortázar.
“Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio,
temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en
la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de
todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas,
de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te
quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre
me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado,
ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más
profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de
tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo
amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y
los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente
no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Cobusier van a hacer un
puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para
vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me
querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud,
después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste
oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor
llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el
silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podrá empezar
a tejer la lengua....”
(Julio Cortázar, Rayuela)