domingo, 31 de marzo de 2013

“Orfeo y Eurídice” de Pina Bausch




Pieter Fris, Orfeo y Eurídice en los Infiernos, 1652




Hace un tiempo navegábamos en una Tarde de ópera con Orfeo y Eurídice de la mano de su compositor el músico alemán C. W. Gluck. A partir de esta obra y con el mismo título la coreógrafa, también alemana, Pina Bausch creó en 1975 para el Teatro de la Ópera de Wuppertal una magnífica ópera-bailada que años más tarde, en el 2005, estrenaría en la Ópera de París. 
Esta es mi propuesta para este domingo. Canto, poesía, música, unidos de tal modo que nos llevan a sentir con intensidad la belleza de la danza pura de Pina.

¡Que la disfrutéis!









sábado, 30 de marzo de 2013

Epigramas griegos para comenzar el día de buen humor





Umberto Boccioni, La risata, 1911





Que la vida es breve, lo sabemos.

Que la situación está más que complicada, lo sabemos.

Que a menudo nos llueven los problemas como si fuese el diluvio universal, lo sabemos.

Que las cosas casi nunca son como quisiéramos que fueran, lo sabemos.

Que este camino de Ítaca está sembrado de pequeñas piedrecitas que incomprensiblemente se convierten en pedruscos ciclópeos, lo sabemos.

¿Y qué hacemos, eh? 

¿Nos flagelamos, nos lamentamos, pedimos a Zeus que nos fulmine con su rayo? ¡Qué va! Mejor nos preparamos un buen desayuno, una lectura corta pero divertida y salimos a la calle a disfrutar la mañana (así llueva a cántaros, no importa) y… Carpe diem como diría nuestro recordado Horacio.

Salutem!



87 - LUCILIO

“A uno grande”

El gran Timómaco cabía en su casa de cinco brazas
cuando se tumbaba cuan largo era en el suelo.
Pero si alguna vez necesitaba levantarse, era preciso
que sus esclavos al amanecer,
hiciesen en el techo un agujero de cinco pies por cinco.



91 - LUCILIO

En una caña clavó una raspa Estratónico, el flaco,
se ató de un pelo y se ahorcó.
¿Y qué pasó? Pues que no cayó por su propio peso
pelo abajo, sino que por encima de allí,
aunque no haya viento, su cadáver flota.



93 - LUCILIO

En los átomos de Epicuro, una vez, Marco el flaco
hizo un agujero con la cabeza y llegó hasta el centro.



 94 - LUCILIO

 Se puso a tocar la trompeta, Marco el flaco,
y no hizo más que soplar un poco:
De cabeza, todo derecho, se fue al Hades.



95 - LUCILIO

El pequeño Macrón estaba durmiendo un día de verano,
un ratón lo encontró y lo arrastró del pequeño pie
hasta su madriguera.
Pero aquel en la ratonera, inerme, estranguló al ratón y dijo:
“Padre Zeus, ¡aquí tienes a un segundo Heracles!”.



101 - LUCILIO

Demetrio abanicaba durante su siesta a Artemidora
la flaca y de la habitación… salió disparada.



104 - LUCILIO

 Menéstrato cabalgaba en una hormiga
como si fuese un elefante;
de repente, el desgraciado quedó tendido de espaldas.
Allí recibió una coz, y, cuando llegó el momento crítico
dijo: “Ay, Envidia, también así en su cabalgadura
murió Faetón”.




108 - ANÓNIMO (JULIANO EMPERADOR)

Conón mide dos codos, pero su mujer cuatro:
En la cama, si juntan los pies,
mira dónde se quedan los labios de Conón.




Lo que me habré reído con estas “joyas”. Si os han gustado las encontraréis (y aún mejores) en Poemas griegos de vino y burla. Antología Palatina, libro XI, Edición de Begoña Ortega Villaro, Akal Clásica.







viernes, 29 de marzo de 2013

Εγκώμια της Μεγάλης Παρασκευής




El Greco, La Crucifixión, 1597 - 1600





































H ώρα ήταν περίπου δώδεκα το μεσημέρι, παραμονή του Πάσχα. Λέει τότε ο Πιλάτος στους Iουδαίους: Δείτε το βασιλιά σας!” Kι εκείνοι κραύγασαν: Πάρτον πια! Πάρτον πια! Σταύρωσέ τον!” Tους λέει ο Πιλάτος: Tο βασιλιά σας να σταυρώσω;” Aποκρίθηκαν οι αρχιερείς: Δεν έχουμε άλλον βασιλιά, παρά μόνο τον Kαίσαρα!” Tότε πλέον τον παρέδωσε σ´αυτούς ο Πιλάτος για να σταυρωθεί. Tον παρέλαβαν, λοιπόν, τον Iησού κι αναχώρησαν. Έτσι, κουβαλώντας ο ίδιος το σταυρό του, βγήκε στην τοποθεσία που ονομάζεται Tόπος Kρανίου και στα εβραϊκά Γολγοθάς. Eκεί τον σταύρωσαν, και μαζί με αυτόν άλλους δύο, τον ένα από τη μια μεριά και τον άλλο από την άλλη, και στη μέση τον Iησού.  
(Άγιος Ιωάννης, 19: 14-18)

Era el día de la preparación de la Pascua, alrededor de la hora sexta. Dijo Pilato a los judíos: Ahí tenéis a vuestro rey. Pero ellos gritaron: ¡Quita, quita! ¡Crucifícale! Les dijo Pilato: ¿A vuestro rey voy a crucificar? Contestaron los príncipes de los sacerdotes: Nosotros no tenemos más rey que al César. Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues, a Jesús que, llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota, donde le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. 
(San Juan, 19: 14-18)



Ω γλυκύ μου έαρ από τη Νεκταρία Καραντζή.




Αλλ' εγώ επί σε, Κύριε, ήλπισα·
είπα, συ είσαι ο Θεός μου.
Εις τας χείρας σου είναι οι καιροί μου·
λύτρωσόν με εκ χειρός των εχθρών μου
και εκ των καταδιωκόντων με.
Επίφανον το πρόσωπον σου επί τον δούλον σου·
σώσον με εν τω ελέει σου. (Ψαλμός 31: 14-16)



Pero yo en ti confío ¡Oh Señor!;
yo digo: “Tú eres mi Dios”.
En tus manos están mis destinos.
Líbrame de las manos de mis enemigos
y de mis perseguidores.
Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo
y sálvame en tu misericordia..  (Salmos, 31: 14-16)






jueves, 28 de marzo de 2013

Quevedo: Amarga la verdad





El Bosco, El carro de heno, c. 1516



















La verdad amarga, bien claro lo escribió don Francisco de Quevedo y Villegas con ese tono tan suyo, satírico y brutal. Parece increíble que siglos después todo siga así.

Extraordinario Quevedo.




Letrilla Satírica

Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad
ha engendrado en mi pereza
la pobreza.

¿Quién hace al ciego galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo
le sirve de Río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.

¿Quién con su fiereza espanta
el cetro y corona al rey?
¿Quién, careciendo de ley,
merece nombre de santa?
¿Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?
La pobreza.

¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándolos las manos
los ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
con oro y no con acero?
El dinero.

¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo tan cristiana,
tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.

¿Quién la montaña derriba
al valle; la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.









miércoles, 27 de marzo de 2013

Semana Santa: Una pintura de Velázquez, un poema de Unamuno y... Bach!





DiegoVelázquez, Cristo crucificado, c.1632



¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno. Que eres, Cristo, el único
hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre muerto que no muere
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dio toda su sangre
porque las gentes sepan que son hombres.
Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos
a la noche, que es negra y muy hermosa,
porque el sol de la vida la ha mirado
con sus ojos de fuego: que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria,
la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera
negra del nazareno. Blanca luna
como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo
del sol de vida, del que nunca muere.
Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre
nos guían en la noche de este mundo
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa,
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la esperanza en Cristo salvador!

      (Unamuno, El Cristo de Velázquez)






J. S. Bach, La Pasión según San Mateo










martes, 26 de marzo de 2013

Los sonetos amorosos de Sor Juana Inés de la Cruz







Juana Inés de Asbaje y Ramírez (1648?-1695), mujer, religiosa y toda una maestra del soneto.




Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.




Yo no puedo tenerte ni dejarte...

Yo no puedo tenerte ni dejarte,
ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos sí sé qué para olvidarte.

Pues ni quieres dejarme ni enmendarte,
yo templaré mi corazón de suerte
que la mitad se incline a aborrecerte
aunque la otra mitad se incline a amarte.

Si ello es fuerza querernos, haya modo,
que es morir el estar siempre riñendo:
no se hable más en celo y en sospecha,

y quien da la mitad, no quiera el todo;
y cuando me la estás allá haciendo,
sabe que estoy haciendo la deshecha.




Dices que yo te olvido…

Dices que yo te olvido, Celio, y mientes,
en decir que me acuerdo de olvidarte,
pues no hay en mi memoria alguna parte
en que, aun como olvidado, te presentes.

Mis pensamientos son tan diferentes 
y en todo tan ajenos de tratarte,
que ni saben ni pueden olvidarte,
ni si te olvidan saben si lo sientes.

Si tú fueras capaz de ser querido,
fueras capaz de olvido; y ya era gloria 
al menos la potencia de haber sido.

Mas tan lejos estás de esa victoria,
que aqueste no acordarme no es olvido
sino una negación de la memoria.




 Al que ingrato me deja, busco amante…

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata,
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata,
triunfante quiero ver al que me mata
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo;
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo;
de quien no quiero, ser violento empleo;
que, de quien no me quiere, vil despojo.

  


Amor empieza por desasosiego...

Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engañó amor, Alcino mío,
sino que llegó el término preciso.

  




Vida y obra de Sor Juana: