Autor: Velázquez, Diego
Rodríguez de Silva y
Título: Mercurio y Argos
Cronología: Hacia 1659
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Escuela: Española
Tema: Mitología
Expuesto: Museo del Prado
Autor: Rubens, Pedro
Pablo (y taller)
Título: Mercurio y Argos
Cronología: 1636 – 1637
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Escuela: Flamenca
Tema: Paisaje
Expuesto: Museo del Prado
Mercurio y Argos
Se representa en esta escena un conocido episodio
mitológico. Pero vayamos paso a paso, y fijémonos en los protagonistas:
¿Quién es Mercurio? Mercurio (Hermes para
los griegos), nacido en Arcadia, hijo de Zeus y Maya, es el dios de los viajeros y
de los caminantes, de los comerciantes y de los ladrones, y por si esto no
fuese suficiente se le considera el dios de las artes liberales y de las letras
por su habilidad en el Arte de la Elocuencia.
Mensajero de los dioses y también encargado de
conducir hasta los infiernos las almas de los muertos, y asistir al juicio
supremo al que eran sometidas; de igual modo las conducía de nuevo a la tierra
cuando habían transcurrido mil años, y las introducía en cuerpos nuevos.
Pensamos en Mercurio e inmediatamente le vemos con
su sombrero de alas, sus sandalias también aladas y el inconfundible caduceo en
la mano.
¿Quién es Argos? Era un ser monstruoso que tenía ni
más ni menos que cien ojos y además una peculiaridad muy singular: nunca dormía
por completo ya que mientras cincuenta ojos estaban cerrados los otros
cincuenta permanecían abiertos. Desde luego ¡como vigilante no tenía precio! Seguro
que por eso era muy querido por la diosa Hera (Juno para los romanos) hasta el
punto de que cuando Argos muere la diosa como “premio” a los servicios
prestados coloca los cien ojos de Argos en la cola de su emblemático animal, el
pavo real, ¿por qué? porque así cada vez que contemplamos el plumaje extendido
del pavo real estamos viendo inmortalizado al fiel sirviente de la diosa Hera.
¿De qué va esta historia de Mercurio y Argos? Ya
sabéis que Zeus (Júpiter para los romanos) era un conquistador nato, bien, pues
una de sus múltiples aventuras tiene como protagonista y víctima a la ninfa Io (hija de Inaco). Por desgracia
para Io, Zeus se enamora de ella lo que provoca la ira y los celos de Hera, su
consorte.
Para conseguir su propósito Zeus envuelve en una
espesa niebla a Io intentando que ésta no pudiese escapar, pero la astuta Hera
se da cuenta de que algo raro está pasando por lo que se dirige al lugar cubierto
por la niebla y la disipa entonces ve a Io convertida en vaca (a Zeus no se le
ocurrió nada mejor que transformar a la joven para evitar que su esposa se
enterase de lo que sucedía). Pero la inteligente Hera se da cuenta de todo y
fingiendo estar encantada con la hermosura del animal le pide al dios que se la
regale. Evidentemente a Zeus no le queda otra que ceder o reconocer el engaño.
¿Qué creéis que hace? … ¡Ceder!
Hera para evitar que Zeus intentase de nuevo tener
relaciones con Io le encarga a Argos que proteja y vigile a la ninfa. Pero el
todopoderoso dios del Olimpo averigua el lugar donde está escondida y envía a
Mercurio para que mate a Argos y recupere a la joven.
Cuando llega la noche, Mercurio se presenta ante
Argos y le cuenta mil y una historias hasta que el monstruo se duerme profundamente;
ni falta hace deciros que Mercurio aprovecha el momento para cumplir todas las
órdenes de su padre Zeus…
Cuando Hera descubre lo sucedido descarga toda su
ira sobre la hermosa Io, pero esa ya es otra historia…
Autor: Rubens, Pedro
Pablo
Título: Juno y Argos
Cronología: Hacia 1610
Técnica: Óleo
Soporte: Madera
Escuela: Flamenca
Tema: Mitología
Expuesto: Museo Wallraf-Richartz