martes, 23 de septiembre de 2014

¡Ya es otoño!




©Blacksmith’s Eye 
















Septiembre. Nuevamente cambiamos de estación y fiel a su cita llega un año más el otoño (o la primavera, según donde te encuentres querido visitante) y es precisamente en este continuo movimiento de la vida donde hallamos cierto sentido de unidad y armonía, como diría nuestro recordado Heráclito.

Con los versos de Ángel González recibimos esta época de vendimia envuelta en brumas y pequeñas lluvias, con el deseo de que no seamos tan necios de desperdiciar el prodigio de la vida: Carpe diem!!


El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aun brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
Pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo hemos perdido para siempre.

Ángel González, El otoño se acerca





domingo, 21 de septiembre de 2014

Mis libros de Griego. Aurelio González Oviés / J.J. Quantz























Quédate con mis libros
cuando yo no esté aquí.
Que en las tardes de lluvia
el griego es más hermoso todavía
y quiero que conozcas la lengua de los dioses
y el silbante dialecto del invierno. 


 Aurelio González Oviés
 La hora de las gaviotas







Un poema de Derek Walcott: Una goleta que surca el Caribe... podría ser Ulises, o tú o yo...




©Agostino Arrivabene, Odisseo, 2012.






























Esa vela que descansa en la luz,
hastiada de las islas,
una goleta que surca el Caribe

en dirección al hogar, podría ser Odiseo,
camino a casa en el Mar griego;
aquel ansia de padre y esposo

bajo las arrugadas uvas agrias, es
como aquél adultero que escucha el nombre 
de Náusica en el grito de cada gaviota.

Esto no tranquiliza a nadie. La vieja batalla
entre la obsesión y la responsabilidad 
no terminará nunca y ha sido la misma

tanto para el navegante como para el que se 
retuerce allá en la orilla sobre sus sandalias 
al encaminar sus pasos hacia el hogar,
desde que Troya suspiró su última llama,

y la roca del gigante ciego sacó la batea
de cuyo pozo surgen los grandes hexámetros
que terminan en marejadas exhaustas.


Los clásicos pueden consolar. Mas no lo suficiente.


(Traducción de Véronica Zondek)



En el siguiente enlace encontraréis una entrevista con Derek Walcott; de hace ya un tiempo pero interesante.




jueves, 18 de septiembre de 2014

Septiembre, emprendemos un nuevo viaje.


















                                         

Septiembre… Terminábamos el curso hace apenas unas semanas recorriendo la Castilla sobria, rural, eterna de Miguel Delibes y comenzamos de nuevo guiando nuestros pasos hacia otros paisajes, cercanos y al mismo tiempo tan diferentes.

Caminando por estas calles se percibe la huella de tantos nombres ilustres que por ellas han paseado, Fray Luis , San Juan de la Cruz, Ruiz de Alarcón, Góngora, Calderón, Salinas, Miguel de Unamuno…

Os dejo unas imágenes acompañando los versos de una hermosa Oda de Fray Luis de León, la dedicada a Salinas. 


                                       
                                           Fotos:  Amelia G. Suárez



El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada
por vuestra sabia mano gobernada.

   A cuyo son divino
el alma que en olvido está sumida 
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
















Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora:
el oro desconoce
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca engañadora.















Traspaso el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera. 














Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta,
y entre ambas a porfía
se mezcla una dulcísima harmonía.














Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega,
que ningún accidente
estraño o peregrino oye o siente. 














   ¡Oh desmayo dichoso!
¡oh muerte que das vida! ¡oh dulce olvido!
durase en tu reposo
sin ser restituido
jamás aqueste bajo y vil sentido. 



A este bien os llamo,
gloria del Apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro,
que todo lo visible es triste lloro.




 

¡Oh! suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos,
quedando a lo demás adormecidos. 














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A los que ya habéis estado por esta ciudad seguro recordáis la preciosa fachada plateresca de la Universidad y cómo no, la archiconocida leyenda popular de la rana, esa que dice que todo estudiante que viene y encuentra al famoso batracio la suerte le sonreirá en sus estudios, bien pues aquí queda, ampliáis la imagen y…