Jérôme Martin Langlois
Casandra implorando la venganza de Atenea sobre Áyax
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Los
mitos griegos han ido transmitiéndose de generación en generación para goce y
deleite de cuantos nos hemos acercado a ellos. De algunos incluso nos han
llegado versiones diferentes; conocemos sus protagonistas, dioses, héroes
o simples mortales, si bien el que hoy ocupa el espacio de Mercurio tal vez ha
pasado un tanto desapercibido a pesar de incluirse dentro de los mitos del ciclo
troyano.
Casandra
hija del rey de Troya, Príamo, se distingue por ser una infalible profetisa. Arte
en el que se inicia de la mano del dios Apolo al que promete sus favores por semejante
privilegio, pero una vez adquiridos rompe su palabra y le rechaza. Apolo
enfurecido no la despoja del don de la clarividencia sino que la condena a un
destino más cruel, predecir lo que va a suceder y que nadie crea su palabra. Así
lo leemos en la tragedia Agamenón de
Ésquilo:
Χο . ….
θαυμάζω δέ σου,
πόντου πέραν τραφεῖσαν ἀλλόθρουν πόλιν
κυρεῖν λέγουσαν, ὥσπερ εἰ παρεστάτεις.
Κα. μάντις μ' Ἀπόλλων τῷδ' ἐπέστησεν τέλει.
Χο. μῶν καὶ θεός περ ἱμέρῳ πεπληγμένος;
Κα. προτοῦ μὲν αἰδὼς ἦν ἐμοὶ λέγειν τάδε.
Χο. ἁβρύνεται γὰρ πᾶς τις εὖ πράσσων πλέον.
Κα. ἀλλ' ἦν παλαιστὴς κάρτ' ἐμοὶ πνέων χάριν.
Χο. ἦ καὶ τέκνων εἰς ἔργον ἤλθετον νόμῳ;
Κα. ξυναινέσασα Λοξίαν ἐψευσάμην.
Χο. ἤδη τέχναισιν ἐνθέοις ᾑρημένη;
Κα. ἤδη πολίταις πάντ' ἐθέσπιζον πάθη.
πόντου πέραν τραφεῖσαν ἀλλόθρουν πόλιν
κυρεῖν λέγουσαν, ὥσπερ εἰ παρεστάτεις.
Κα. μάντις μ' Ἀπόλλων τῷδ' ἐπέστησεν τέλει.
Χο. μῶν καὶ θεός περ ἱμέρῳ πεπληγμένος;
Κα. προτοῦ μὲν αἰδὼς ἦν ἐμοὶ λέγειν τάδε.
Χο. ἁβρύνεται γὰρ πᾶς τις εὖ πράσσων πλέον.
Κα. ἀλλ' ἦν παλαιστὴς κάρτ' ἐμοὶ πνέων χάριν.
Χο. ἦ καὶ τέκνων εἰς ἔργον ἤλθετον νόμῳ;
Κα. ξυναινέσασα Λοξίαν ἐψευσάμην.
Χο. ἤδη τέχναισιν ἐνθέοις ᾑρημένη;
Κα. ἤδη πολίταις πάντ' ἐθέσπιζον πάθη.
Χο. πῶς δῆτ' ἄνατος ἦσθα Λοξίου κότῳ;
Κα. ἔπειθον οὐδέν' οὐδέν, ὡς τάδ' ἤμπλακον.
CORIFEO. …me sorprende que tú, que allende el mar
creciste, y que
hablas otra lengua, puedas
describir, y tan
bien, lo que no has visto.
CASANDRA. Apolo, el dios profético, incitome.
CORIFEO. ¿Es que,
aun siendo él un dios, te deseaba?
CASANDRA. Antes
no osaba pregonar mis cuitas.
CORIFEO. En la
prosperidad se es engreído.
CASANDRA. Por mí luchaba, sí, lleno de encanto.
CORIFEO. Y,
¿tuviste un hijo, como es norma?
CASANDRA. Prometida a este dios rompí mis votos.
CORIFEO. ¿Ya poseías tus divinas artes?
CASANDRA. Ya cantaba a mis pueblos sus pesares.
CORIFEO. ¿Y
lograste escapar a su despecho?
CASANDRA. Tras mi pecado no convenzo a nadie.
Ya en la Iliada de Homero se hace referencia a esta princesa troyana. En el canto XIII leemos que Príamo había aceptado al joven
Otrioneo como futuro esposo para su hija después de que este se ofreciese a luchar contra los griegos si bien no le acompañará la fortuna y caerá en el campo de batalla bajo la lanza enemiga del cretense Idomeneo:
Ἔνθα μεσαιπόλιός περ ἐὼν
Δαναοῖσι κελεύσας
Ἰδομενεὺς Τρώεσσι
μετάλμενος ἐν φόβον ὦρσε.
πέφνε γὰρ Ὀθρυονῆα
Καβησόθεν ἔνδον ἐόντα,
ὅς ῥα νέον πολέμοιο μετὰ
κλέος εἰληλούθει,
ᾔτεε δὲ Πριάμοιο θυγατρῶν
εἶδος ἀρίστην
Κασσάνδρην, ἀνάεδνον, ὑπέσχετο
δὲ μέγα ἔργον,
ἐκ Τροίης ἀέκοντας ἀπωσέμεν
υἷας Ἀχαιῶν.
Animando a los dánaos,
Idomeneo, aunque ya plateadas
sus sienes, atacó a los teucros y los
ahuyentó.
Dio muerte a Otrioneo
que había acudido desde Cabeso,
recién llegado al enterarse
de la guerra había pedido en
matrimonio a la más hermosa de las hijas de Príamo, a Casandra, a la que ofreció no una dote sino una gran hazaña: que a la fuerza
expulsaría
de Troya a los hijos de los Aqueos.
Su capacidad para anticipar lo que iba a suceder también se recoge en el
canto XXIV de la Iliada cuando el
cadáver de Héctor regresa a casa:
οὐδέ τις ἄλλος
ἔγνω πρόσθ᾽ ἀνδρῶν
καλλιζώνων τε γυναικῶν,
ἀλλ᾽ ἄρα Κασσάνδρη ἰκέλη
χρυσῆι Ἀφροδίτηι.
No los vio
ningún hombre ni mujer
de hermosa cintura
antes de que los viera
Casandra, que a la áurea Afrodita se parecía.
Sin
duda el papel desempeñado por Casandra en la guerra de Troya es muy difícil ya
que conocedora del trágico destino que aguardaba a su pueblo no logra evitarlo a
pesar de que en diferentes momentos intenta convencer a sus compatriotas de los
males que les esperan; les anunció que Paris llevaría la desgracia a Ilión, y
cuando más adelante ya en plena guerra los griegos regalan el famoso caballo de
madera a los troyanos ella se opone a que le permitan entrar en la ciudad pues
sería su perdición; de nuevo la maldición de Apolo se impuso y nadie creyó las
predicciones de aquella “loca”. Pero las funestas visiones de Casandra se
cumplieron todas. Gracias al ingenio de Ulises los griegos entran en la inexpugnable
Troya, una vez dentro saquean la ciudad mientras Casandra se refugia en el
templo de Atenea buscando la protección de la diosa. Allí la encuentra Áyax
quien la arrastra hasta el campamento griego pasando a formar parte del botín
de guerra, siendo adjudicada como esclava a Agamenón que la llevará consigo a
Micenas desoyendo las palabras de la troyana cuando le advierte que ese
regreso a Grecia supondrá la muerte de los dos.
El
momento en que va a ser embarcada rumbo a Micenas nos lo trasmite Eurípides en Las Troyanas: aparece Casandra vestida
como sacerdotisa portando la tea propia
de la celebración del himeneo. Conociendo el destino que la aguarda se dirige a
su madre Hécuba, desolada ante la partida de su hija, con estas palabras:
Κα.
μῆτερ, πύκαζε κρᾶτ’ ἐμὸν νικηφόρον,
καὶ χαῖρε τοῖς ἐμοῖσι βασιλικοῖς γάμοις·
καὶ πέμπε, κἂν μὴ τἀμά σοι πρόθυμά γ’ ᾖ,
ὤθει βιαίως· εἰ γὰρ ἔστι Λοξίας,
Ἑλένης γαμεῖ με δυσχερέστερον γάμον
ὁ τῶν Ἀχαιῶν κλεινὸς Ἀγαμέμνων ἄναξ.
κτενῶ γὰρ αὐτόν, κἀντιπορθήσω δόμους
ποινὰς ἀδελφῶν καὶ πατρὸς λαβοῦσ’ ἐμοῦ .
. .
ἀλλ’ ἄττ’ ἐάσω· πέλεκυν οὐχ ὑμνήσομεν,
ὃς ἐς τράχηλον τὸν ἐμὸν εἶσι χἁτέρων·
μητροκτόνους τ’ ἀγῶνας, οὓς οὑμοὶ γάμοι
θήσουσιν, οἴκων τ’ Ἀτρέως ἀνάστασιν.
CASANDRA.
Madre, corona mi cabeza victoriosa y alégrate
Madre, corona mi cabeza victoriosa y alégrate
con motivo de mis nupcias
reales. Permíteme salir y, si
no tuviese, según tú, buen ánimo, empújame incluso
no tuviese, según tú, buen ánimo, empújame incluso
a la fuerza. Pues si existe
Loxias, unas nupcias
más desgraciadas todavía
que las de Helena
va a contraer conmigo el
ilustre Agamenón,
soberano de los aqueos,
porque pienso matarlo
y destruir su casa como
revancha, cobrando
venganza por mis hermanos y mi padre. Mas omitiré
el resto de los detalles.
Con himnos no ensalzaremos
ni el hacha, que sobre mi
cuello y el de las demás vendrá,
ni las luchas matricidas
que mis bodas han de provocar,
ni la aniquilación de la
casa de Atreo.
De
nuevo sus ignoradas predicciones se cumplen y una vez llegan a territorio
heleno la esposa de Agamenón celosa de la joven troyana urde un plan con su
amante Egisto para terminar con la vida de ambos. Así
sucedió.
Finalmente
tanto desvarío y desmesura recibe su castigo, gran lección que nos transmite la
tragedia griega.
La
presencia de este mito en la literatura clásica (la Iliada de Homero, el Agamenón
de Sófocles, Las Troyanas de
Eurípides y posteriormente en la Eneida
de Virgilio o el Agamenón de Séneca) siempre
va ligada a las dotes proféticas de su protagonista. Si bien en épocas
posteriores el mito gira con ciertos matices, recordemos por ejemplo la Casandra de Galdós, aunque en principio
parece que la española dista mucho de la griega en una lectura más profunda sí
se aprecian ciertas semejanzas.
Para
concluir me quedo con el poema Monólogo
para Casandra de la escritora polaca Wislawa Szymborska, Premio Nobel de
Literatura en 1996.
Monólogo para
Casandra
Soy
yo, Casandra.
Y
ésta es mi ciudad bajo las cenizas.
Y
éste es mi bastón y éstas mis cintas de profeta.
Y
ésta es mi cabeza llena de dudas.
Es
verdad, triunfo.
Mi
cordura llegó a golpear el cielo con un rojo resplandor.
Sólo
los profetas que no son creídos
tienen
esas vistas.
Sólo
aquellos que empezaron a hacer mal las cosas,
y
todo podría haberse cumplido tan pronto
como
si nunca hubieran existido.
Ahora
recuerdo con claridad
cómo
la gente, al verme, callaba en mitad de la frase.
La
risa se cortaba.
Se
separaban las manos.
Los
niños corrían hacia sus madres.
Ni
siquiera conocía sus efímeros nombres.
Y
esa canción sobre la hoja verde...
nadie
la terminó en mi presencia.
Yo
los amaba.
Pero
los amaba desde lo alto.
Desde
encima de la vida.
Desde
el futuro. Un lugar siempre hay vacío
de
donde qué más fácil que divisar la muerte.
Lamento
que mi voz fuera áspera.
Mírense
desde las estrellas -gritaba-,
mírense
desde las estrellas.
Me
oían y bajaban la mirada.
Vivían
en la vida.
Llenos
de miedo.
Condenados.
Desde
que nacían en cuerpos de despedida.
Pero
había en ellos una húmeda esperanza,
una
llama que se alimentaba con su propio parpadeo.
Ellos
sabían qué era un instante,
fuera
el que fuera
antes
de que...
Yo
tenía razón.
Sólo
que eso no significa nada.
Y
éstas son mis ropas chamuscadas.
Y
éstos, mis trastos de profeta.
Y
ésta, la mueca de mi rostro.
Un
rostro que no sabía que pudiera ser hermoso.
(Traducción
de Abel A. Murcia)
Por
si el tema os interesa he pensado que podíamos ver la peli Las
Troyanas de Michael Cocoyannis basada
en la obra de Eurípides que de forma tan magistral denunció el dolor, horror e
inutilidad de la guerra.
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