Fotografía: Amelia G. Suárez
Las
líneas paralelas no pueden unirse ni aunque se prolonguen hasta el infinito.
Eso
dice la razón. El corazón, sin embargo, dice otra cosa muy distinta.
Dos
líneas paralelas se enamoraron. El amor hizo que se unieran, y ya no fueron dos
líneas: fueron una sola. Así, como una sola línea, llegaron al infinito.
Ahí trataron de separarlas quienes a toda costa querían que triunfara la razón.
Pero triunfó el amor, y nada pudo separar a las dos líneas paralelas, porque en
el infinito eran ya una sola línea.
De
esto derivo una enseñanza: lo que en este mundo puede ser verdad, a lo mejor en
el infinito es mentira.
Armando Fuentes Aguirre (Catón)
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