miércoles, 20 de marzo de 2013

Celebrando con Horacio la llegada de la Primavera





    Fotografía:  Alfredo Valdés  García


Me gusta percibir el aroma de la primavera.
Me gusta ver el cielo azul en la mañana.
Me gusta sentir la resurrección de la vida en las calles.
Me gusta disfrutar las largas tardes llenas de luz.
Me gusta pasear por la playa.
Me gusta  contemplar los rayos de sol en el agua.
Me gusta quitarme de encima tanto trapo pesado.
Me gusta hacer lo que me da la gana.
Me gusta, me gusta, me gusta…

Me gusta que me guste todo esto… y un montón de cosas más. Entre ellas leer a mis clásicos, por eso Horacio inaugura la primavera en Mercurio.

He elegido dos de sus Odas. La primera es todo un canto a la diosa Fortuna, en ella el poeta pide su protección para Augusto solicitud que espero tenga a bien extender a todos los navegantes de Mercurio para que, generosa, nos libere del inclemente invierno y nos acompañe en esta prometedora primavera.
La segunda como no podía ser de otro modo es aquella en la que Horacio celebra la llegada de la Primavera y nos recuerda que debemos vivir el presente, que a fin de cuentas es todo lo que tenemos.



Liber Primus - XXXV

O diua, gratum quae regis Antium,
praesens uel imo tollere de gradu
mortale corpus uel superbos
uertere funeribus triumphos,
te pauper ambit sollicita prece              
ruris colonus, te dominam aequoris
quicumque Bythyna lacessit
Carpathium pelagus carina.
Te Dacus asper, te profugi Scythae,
urbesque gentesque et Latium ferox              
regumque matres barbarorum et
purpurei metuunt tyranni,
iniurioso ne pede proruas
stantem columnam, neu populus frequens
ad arma cessantis, ad arma
concitet imperiumque frangat.              
Te semper anteit serua Necessitas,
clauos trabalis et cuneos manu
gestans aena nec seuerus
uncus abest liquidumque plumbum;              
te Spes et albo rara Fides colit
uelata panno nec comitem abnegat,
utcumque mutata potentis
ueste domos inimica linquis;
at uolgus infidum et meretrix retro              
periura cedit, diffugiunt cadis
cum faece siccatis amici,
ferre iugum pariter dolosi.
Serues iturum Caesarem in ultimos
orbis Britannos et iuuenum recens               
examen Eois timendum
partibus Oceanoque rubro.
Heu heu, cicatricum et sceleris pudet
fratrumque. Quid nos dura refugimus
aetas, quid intactum nefasti
liquimus? Vnde manum iuuentus              
metu deorum continuit? Quibus
pepercit aris? O utinam noua
incude diffingas retusum in
Massagetas Arabasque ferrum!        

  

Libro I - XXXV

Oh Diosa que riges el agradable Ancio,
capaz de sacar a una mortal criatura
de su ínfima condición y convertir
los soberbios triunfos en fúnebres cortejos.
A ti, el pobre campesino,
a ti, señora de los mares, todo el que
con una nave bitinia desafía el mar de Cárpatos,
te asedia con fervientes preces.
A ti, el cruel Dacio;
a ti, los nómadas Escitas, y las ciudades, y las naciones,
y el feroz Lacio, y las madres de los reyes bárbaros,
y los tiranos, cubiertos de púrpura, te temen,
no sea que con un pie funesto derribes
la columna que se yergue, o que el pueblo
acostumbrado a la lucha
empuje a los que dudan a tomar las armas
y quebrante su poder.
Siempre te precede tu esclava, la Necesidad,
que sostiene en su mano de bronce gruesos clavos
y las cuñas,
y no le falta el duro garfio y el plomo derretido.
Te rodean la Esperanza y la rara Fidelidad,
velada con un paño blanco,
y no te niegan su compañía
cada vez que, mudado tu vestido, abandonas, hostil,
las casas poderosas;
pero el vulgo traidor y la perjura prostituta retroceden,
huyen los amigos, una vez apuradas las barricas hasta sus heces,
desleales para soportar conjuntamente el yugo.
Protege a César,
Que se dispone a marchar a los últimos confines Britanos,
y a la reciente leva de jóvenes,
temible para las regiones de Oriente y el Océano Rojo.
¡Ay! ¡Qué vergüenza nuestras cicatrices
y nuestros crímenes fratricidas!
¿Ante qué nos hemos detenido, nosotros,
generación endurecida?
De lo lícito, ¿qué no hemos violado?
¿De qué se ha abstenido la juventud
por temor de los dioses?
¿Qué altares ha respetado?
¡Ah, ojalá en un nuevo yunque tornes a forjar,
En contra de los Árabes y Masagetas,
nuestra mellada espada!




Liber Quartus - XII

Iam ueris comites, quae mare temperant,
impellunt animae lintea Thraciae,
iam nec prata rigent, nec fluuii strepunt
hiberna niue turgidi.
Nidum ponit, Ityn flebiliter gemens,              
infelix auis et Cecropiae domus
aeternum obprobrium, quod male barbaras
regum est ulta libidines.
Dicunt in tenero gramine pinguium
custodes ouium carmina fistula              
delectantque deum, cui pecus et nigri
colles Arcadiae placent.
Adduxere sitim tempora, Vergili;
sed pressum Calibus ducere Liberum
si gestis, iuuenum nobilium cliens,              
nardo uina merebere.
Nardi paruus onyx eliciet cadum,
qui nunc Sulpiciis accubat horreis,
spes donare nouas largus amaraque
curarum eluere efficax.              
Ad quae si properas gaudia, cum tua
uelox merce ueni; non ego te meis
inmunem meditor tinguere poculis,
plena diues ut in domo.
Verum pone moras et studium lucri,              
nigrorumque memor, dum licet, ignium
misce stultitiam consiliis breuem:
dulce est desipere in loco.



Libro IV – XII

Compañeras de la primavera,
ya las brisas tracias, que sosiegan el mar, hinchan las velas;
los campos ya no están helados ni retumban los ríos
rebosantes de nieve invernal.
Teje su nido, llorando lastimeramente a Itis,
la infeliz ave, oprobio eterno de la casa de Cécrope,
pues vengó cruelmente las bárbaras pasiones de los reyes.
Pastores de pingües ovejas, en el verde césped,
entonan campos con la zampoña y deleitan al dios
a quien agradan los rebaños
y las umbrosas colinas de la Arcadia.
La estación nos ha traído la sed;
pero si estás impaciente, Virgilio, cliente de nobles jóvenes,
por saborear mi Líber exprimido en Cales,
podrás obtener el vino a cambio de nardo.
Un pequeño ónice con nardo hará salir de una tinaja
que ahora envejece en las bodegas de Sulpicio,
abundante como para dar nuevas esperanzas
y eficaz para eliminar las amarguras de las penas.
Si te urgen estos goces, ven rápido con tu mercancía;
No estoy dispuesto a que, gratis,
te atiborres con mis copas
como si fuese rico en una casa repleta.
Déjate, así pues, de retrasos y de tu afán de lucro
y, acordándote, mientras te es posible, de las fatales llamas,
mezcla un poco de locura a tu prudencia:
en su momento, es agradable perder la cabeza.




Luis Eduardo Aute, L'amour avec toi



2 comentarios:

  1. Anónimo15/2/14

    Hola Amelia, ¿cómo estás?
    Me gustaría saber en qué te basás para decir que en la segunda Oda, Horacio le recuerda a Virgilio que aproveche el día, ya que yo no lo encuentro y me es confuso.
    Gracias

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  2. Hola. Estoy bien, gracias.
    Me dices que en la segunda Oda de Horacio has encontrado cierta confusión pero no sé si te refieres a la traducción en sí o bien a mi introducción. En este segundo caso me parece que tal vez deberías leer de nuevo mi texto. Si tu confusión persistiese aquí me encontrarás para solventarla.
    Gracias por tu lectura. Un saludo.

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