Catedral de Oviedo |
Una ciudad : Vetusta (para nosotros, Oviedo)
Una mujer: Doña Ana Ozores.
Un hombre: Don Víctor Quintanar.
Una novela: La Regenta, tal vez la mejor del siglo XIX.
Entre sus páginas, además de disfrutar del inmenso placer de la lectura, vamos a encontrar la esencia de lo que somos: amor, odio, amistad, envidia, orgullo, bondad, maldad.... Pero no quiero revelar ni descubrir la riqueza de matices que encierra en su interior. Tan sólo, permítanme dedicar unas palabras a mi personaje favorito, d. Tomás Crespo, alias "Frígilis". Un hombre extraordinario, de pocas palabras, pero muy bien ajustadas en el espacio-tiempo, lúcido, sobrio, honesto, el mejor amigo que alguien pueda tener.
D. Tomás es de esos hombres que viven y dejan vivir, que respetan el espacio de los demás, que saben disfrutar su tiempo con sus cosas, que no envidian ni chismorrean sobre los demás; ya saben, la hipocresía moral de aquellos que tienen una vida tan vacía e insignificante que sólo llegan a intentar desacreditar a los demás, especialmente a quienes les sobrepasan en todas las dimensiones del ser humano (ética, moral e intelectual).
En los tiempos que corren, entonces y ahora, mi admirado Frígilis es "rara avis" en semejante paraíso terrenal.
Termino ya recogiendo las palabras que sobre él escribió Clarín:
D. Tomás es de esos hombres que viven y dejan vivir, que respetan el espacio de los demás, que saben disfrutar su tiempo con sus cosas, que no envidian ni chismorrean sobre los demás; ya saben, la hipocresía moral de aquellos que tienen una vida tan vacía e insignificante que sólo llegan a intentar desacreditar a los demás, especialmente a quienes les sobrepasan en todas las dimensiones del ser humano (ética, moral e intelectual).
En los tiempos que corren, entonces y ahora, mi admirado Frígilis es "rara avis" en semejante paraíso terrenal.
Termino ya recogiendo las palabras que sobre él escribió Clarín:
A don Tomás le llamaban Frígilis porque si se le refería un desliz de los que suelen castigar los pueblos con hipócritas
aspavientos de moralidad asustadiza, él se encogía de hombros, no por
indiferencia sino por filosofía, y exclamaba sonriendo:
— ¿Qué quieren ustedes?
Somos frígilis, como decía el otro. Frígilis quería decir frágiles. Tal era la
divisa de don Tomás: la fragilidad humana.
Fotografías y texto: Amelia G. Suárez
Escultura de Ana Ozores. De fondo, la Catedral. |
En el entorno de la Catedral nos encontramos la antigua Facultad de Filología. Lugar que despierta alguno de mis mejores recuerdos. |
La torre |
Paseando por Vetusta, como d. Fermín de Pas |
Lateral de la Catedral |
La catedral, como pueden ver, es el escenario principal de la obra. |
Perderse por estas callejuelas es un placer inmenso. |
Pasadizo de Santa Bárbar. ¡Cuántos años correteando por sus adoquines! |
Y traspasado el arco, la Facultad |
Al lado de la catedral, el Jardín de los Reyes. |
Publicación original de Amelia García Suárez.
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