Vincent Van Gogh, Morera |
El poema Fe de vida rebosa alegría y dolor. Decía
José Hierro que ambos estaban unidos en una afirmación de vida y plenitud pues
mediante el dolor tenemos más conciencia de que vivimos y siempre debemos
buscar lo consciente para entregarnos a la vida.
En Fe de vida late con fuerza la certeza de la muerte como destino. Es
la conciencia de la inevitable temporalidad inherente al ser humano. Por eso
nunca debemos olvidar que el invierno
está aquí, constituye esa última puerta a la que todos nos dirigimos. En el
camino percibimos con claridad que todo
está roto, a punto de no ser, ¿quizás no exista la posibilidad de un mañana? No obstante debemos luchar por renacer en cada instante llevando en nosotros la Alegría al modo de último reducto de nuestra particular
caja de Pandora. Esta Alegría que
contiene el poema y representa el triunfo de la vida, el del sentirnos vivos y
ser conscientes de ello.
Omnem
crede diem tibi diluxisse supremum. Grata superueniet, quae non sperabitur hora;
“Piensa
que cada día te ha amanecido como el último. Grata te será la hora que no
esperes” Horacio, Cartas I, 4, 13-14
FE DE VIDA
Sé
que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo
hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé
que si busco una rama
no
la encontraré.
Sé
que si busco una mano
que me salve del olvido
no
la encontraré.
Sé
que si busco al que fui
no
lo encontraré.
Pero
estoy aquí. Me muevo,
vivo.
Me llamo José
Hierro.
Alegría. (Alegría
que
está caída a mis pies.)
Nada
en orden. Todo roto,
a
punto de ya no ser.
Pero
toco la alegría,
porque
aunque todo esté muerto
yo
aún estoy vivo y lo sé.