miércoles, 24 de octubre de 2012

HORACIO: Beatus ille / Carpe diem




Foto:  Amelia G. S.












Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.), uno de los grandes poetas de la literatura latina. En sus poemas encontramos unas ideas que por originales y sugerentes se han convertido en temas recurrentes, “tópicos” de la poesía a través de los siglos.

En los poemas que os transcribo a continuación se recogen dos de los tópicos sobre los que más versos se han escrito: el beatus ille y  el carpe diem.

Beatus ille: feliz aquel que encuentra la dicha alejado de las pasiones y del mundanal ruido,  gozando de una vida sencilla y retirada al abrigo de la naturaleza.

Carpe diem: disfruta el ahora, vive con intensidad el momento presente antes de que el tiempo implacable lo destruya todo.



Beatus ille

Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium,
paterna rura bobus exercet suis,
solutus omni faenore,

neque excitatur classico miles truci,
neque horret iratum mare,
forumque vitat et superba civium
potentiorum limina.

ergo aut adulta vitium propagine
altas maritat populos,
aut in reducta valle mugientium
prospectat errantis greges

inutilisque falce ramos amputans
feliciores inserit,
aut pressa puris mella condit amphoris,
aut tondet infirmas ovis;

vel cum decorum mitibus pomis caput
Autumnus agris extulit,
ut gaudet insitiva decerpens pira
certantem et uvam purpurae,

qua muneretur te, Priape, et te, pater
Silvane, tutor finium.
libet iacere modo sub antiqua ilice,
modo in tenaci gramine:

labuntur altis interim ripis aquae,
queruntur in silvis aves
fontesque lymphis obstrepunt manantibus,
somnos quod invitet levis.

at cum tonantis annus hibernus Iovis
imbris nivisque conparat,
aut trudit acris hinc et hinc multa cane
apros in obstantis plagas

aut amite levi rara tendit retia
turdis edacibus dolos
pavidumque leporem et advenam laqueo gruem
iucunda captat praemia.

quis non malarum quas amor curas habet
haec inter obliviscitur?
quodsi pudica mulier in partem iuvet
domum atque dulcis liberos,

Sabina qualis aut perusta solibus
pernicis uxor Apuli,
sacrum vetustis exstruat lignis focum
lassi sub adventum viri

claudensque textis cratibus laetum pecus
distenta siccet ubera
et horna dulci vina promens dolio
dapes inemptas adparet:

non me Lucrina iuverint conchylia
magisve rhombus aut scari,
siquos Eois intonata fluctibus
hiems ad hoc vertat mare,

non Afra avis descendat in ventrem meum,
non attagen Ionicus
iucundior quam lecta de pinguissimis
oliva ramis arborum

aut herba lapathi prata amantis et gravi
malvae salubres corpori
vel agna festis caesa Terminalibus
vel haedus ereptus lupo.

has inter epulas ut iuvat pastas ovis
videre properantis domum,
videre fessos vomerem inversum boves
collo trahentis languido
positosque vernas, ditis examen domus,
circum renidentis Lares.

haec ubi locutus faenerator Alfius,
iam iam futurus rusticus,
omnem redegit idibus pecuniam,
quaerit kalendis ponere.
Horacio, Epodos, II



Beatus ille, traducción de Fray Luis de León

Dichoso el que de pleytos alexado
qual los del tiempo antigo,
labra sus heredades no obligado
al logrero enemigo.

Ni el arma en los reales le despierta,
ni tiembla en la mar brava,
huye la plaça y la sobervia puerta
de la ambición esclava.

Su gusto es, o poner la vid crecida
al álamo ajuntada,
o contemplar quál pace, desparcida,
el valle su vacada.

Ya poda el ramo inútil, y ya ingiere
en su vez el estraño;
o castra sus colmenas o, si quiere,
tresquila su rebaño.

Pues quando el padre Otoño muestra fuera
su cabeça galana,
¡con quánto gozo coge la alta pera,
y ubas como grana!

Y a ti, sacro Silvano, las presenta,
que guardas el exido;
debaxo un roble antiguo ya se sienta,
ya en el prado florido.

El agua en las hazequias corre, y cantan
los pájaros sin dueño;
las fuentes, al mormullo que levantan,
despiertan dulce sueño.

Y ya que el año cubre campo y cerros
con nieve y con eladas,
o lança el javalí con muchos perros
en las redes paradas,

o los golosos tordos, o con liga
o con red engañosa,
o la estrangera grulla en laço obliga,
que es presa deleitosa.

Con esto, ¿quién del pecho no desprende
quanto en amor se passa?
¿Pues qué, si la mujer honesta atiende
los hijos y la casa,

qual haze la sabina o calabresa,
de andar al sol tostada;
y, ya que viene el amo, enciende apriesa
la leña no mojada,

y ataja entre los çarços los ganados,
y los ordeña luego
y pone mil manjares no comprados,
y el vino como fuego?

ni me serán los rombos más sabrosos,
ni las ostras, ni el mero,
si algunos, con levantes furïosos,
nos da el invierno fiero.

Ni el pabo caerá por mi garganta,
ni el francolín greciano,
más dulce que la oliva que quebranta
la labradora mano,

la malva o la romaça enamorada
del vicïoso prado,
la oveja en el disanto degollada,
el cordero quitado

al lobo. Y mientras como, ver, corriendo,
quál las ovejas vienen,
ver del arar los bueyes que bolviendo
apenas se sostienen,
ver de esclavillos el hogar cercado,
enxambre de riqueza.

Ansí, dispuesto un cambio y al arado
loava la pobreza;
ayer puso en sus ditas todas cobro;
mas oy ya torna al logro.




Los siguientes versos están dedicados a una joven llamada Leucónoe, la cual seguramente más que responder a una persona real era un nombre ficiticio, representaría a la persona ingenua y virtuosa. Es precisamente en esta oda en la que Horacio recoge por primera vez de forma expresa el “carpe diem”. 




Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi 
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris números. Ut melius, quidquid erit, pati! 
Seu plures hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrehnum, sapias, vina liques, et spatio brevi
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida 
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

Horacio, Odas, I,11


No investigues, pues no es lícito, Leuconoe, el fin que a mí
ni a ti los dioses nos destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy,
que destroza el Mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
Contén. Mientras hablo, el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures que otro igual vendrá después.

Traducción: Manuel Fernández Galiano