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Quinto Horacio Flaco (65-8
a.C.), uno de los grandes poetas de la literatura latina. En sus poemas
encontramos unas ideas que por originales y sugerentes se han convertido en
temas recurrentes, “tópicos” de la poesía a través de los siglos.
En los poemas que os
transcribo a continuación se recogen dos de los tópicos sobre los que más
versos se han escrito: el beatus ille
y el carpe
diem.
Beatus
ille:
feliz aquel que encuentra la dicha alejado de las pasiones y del mundanal
ruido, gozando de una vida sencilla y
retirada al abrigo de la naturaleza.
Carpe
diem:
disfruta el ahora, vive con intensidad el momento presente antes de que el
tiempo implacable lo destruya todo.
Beatus ille
Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium,
paterna rura bobus
exercet suis,
solutus omni faenore,
neque excitatur
classico miles truci,
neque horret iratum
mare,
forumque vitat et
superba civium
potentiorum limina.
ergo aut adulta vitium
propagine
altas maritat populos,
aut in reducta valle
mugientium
prospectat errantis
greges
inutilisque falce ramos
amputans
feliciores inserit,
aut pressa puris mella condit amphoris,
aut tondet infirmas ovis;
vel cum decorum mitibus
pomis caput
Autumnus agris extulit,
ut gaudet insitiva decerpens pira
certantem et uvam purpurae,
qua muneretur te, Priape, et te, pater
Silvane, tutor finium.
libet iacere modo sub antiqua ilice,
modo in tenaci gramine:
labuntur altis interim ripis aquae,
queruntur in silvis aves
fontesque lymphis obstrepunt manantibus,
somnos quod invitet levis.
at cum tonantis annus hibernus Iovis
imbris nivisque conparat,
aut trudit acris hinc et hinc multa cane
apros in obstantis
plagas
aut amite levi rara tendit
retia
turdis edacibus dolos
pavidumque leporem et
advenam laqueo gruem
iucunda captat praemia.
quis non malarum quas
amor curas habet
haec inter
obliviscitur?
quodsi pudica mulier in
partem iuvet
domum atque dulcis
liberos,
Sabina qualis aut
perusta solibus
pernicis uxor Apuli,
sacrum vetustis exstruat lignis focum
lassi sub adventum viri
claudensque textis
cratibus laetum pecus
distenta siccet ubera
et horna dulci vina
promens dolio
dapes inemptas adparet:
non me Lucrina iuverint conchylia
magisve rhombus aut scari,
siquos Eois intonata fluctibus
hiems ad hoc vertat mare,
non Afra avis descendat in ventrem meum,
non attagen Ionicus
iucundior quam lecta de
pinguissimis
oliva ramis arborum
aut herba lapathi prata
amantis et gravi
malvae salubres corpori
vel agna festis caesa
Terminalibus
vel haedus ereptus
lupo.
has inter epulas ut iuvat pastas ovis
videre properantis
domum,
videre fessos vomerem
inversum boves
collo trahentis
languido
positosque vernas,
ditis examen domus,
circum renidentis
Lares.
haec ubi locutus
faenerator Alfius,
iam iam futurus rusticus,
omnem redegit idibus pecuniam,
quaerit
kalendis ponere.
Horacio, Epodos,
II
Beatus ille, traducción de Fray Luis de León
Dichoso el que de
pleytos alexado
qual los del tiempo
antigo,
labra sus heredades no
obligado
al logrero enemigo.
Ni el arma en los
reales le despierta,
ni tiembla en la mar
brava,
huye la plaça y la
sobervia puerta
de la ambición esclava.
Su gusto es, o poner la
vid crecida
al álamo ajuntada,
o contemplar quál pace,
desparcida,
el valle su vacada.
Ya poda el ramo inútil,
y ya ingiere
en su vez el estraño;
o castra sus colmenas
o, si quiere,
tresquila su rebaño.
Pues quando el padre
Otoño muestra fuera
su cabeça galana,
¡con quánto gozo coge
la alta pera,
y ubas como grana!
Y a ti, sacro Silvano,
las presenta,
que guardas el exido;
debaxo un roble antiguo
ya se sienta,
ya en el prado florido.
El agua en las
hazequias corre, y cantan
los pájaros sin dueño;
las fuentes, al
mormullo que levantan,
despiertan dulce sueño.
Y ya que el año cubre
campo y cerros
con nieve y con eladas,
o lança el javalí con
muchos perros
en las redes paradas,
o los golosos tordos, o
con liga
o con red engañosa,
o la estrangera grulla
en laço obliga,
que es presa deleitosa.
Con esto, ¿quién del
pecho no desprende
quanto en amor se
passa?
¿Pues qué, si la mujer
honesta atiende
los hijos y la casa,
qual haze la sabina o
calabresa,
de andar al sol
tostada;
y, ya que viene el amo,
enciende apriesa
la leña no mojada,
y ataja entre los çarços
los ganados,
y los ordeña luego
y pone mil manjares no
comprados,
y el vino como fuego?
ni me serán los rombos
más sabrosos,
ni las ostras, ni el
mero,
si algunos, con
levantes furïosos,
nos da el invierno
fiero.
Ni el pabo caerá por mi
garganta,
ni el francolín
greciano,
más dulce que la oliva
que quebranta
la labradora mano,
la malva o la romaça
enamorada
del vicïoso prado,
la oveja en el disanto
degollada,
el cordero quitado
al lobo. Y mientras
como, ver, corriendo,
quál las ovejas vienen,
ver del arar los bueyes
que bolviendo
apenas se sostienen,
ver de esclavillos el
hogar cercado,
enxambre de riqueza.
Ansí, dispuesto un
cambio y al arado
loava la pobreza;
ayer puso en sus ditas
todas cobro;
mas oy ya torna al logro.
Los siguientes
versos están dedicados a una joven llamada Leucónoe, la cual seguramente más
que responder a una persona real era un nombre ficiticio, representaría a la persona ingenua y virtuosa. Es precisamente en esta oda en la que Horacio recoge
por primera vez de forma expresa el “carpe diem”.
Tu ne
quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris
números. Ut melius, quidquid erit, pati!
Seu plures hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Seu plures hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrehnum,
sapias, vina liques, et spatio brevi
spem
longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.
Horacio, Odas, I,11
No investigues, pues no
es lícito, Leuconoe, el fin que a mí
ni a ti los dioses nos
destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale
más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter
varios inviernos o solo el de hoy,
que destroza el Mar Tirreno
contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en
nuestro breve vivir la esperanza
Contén. Mientras hablo,
el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures
que otro igual vendrá después.
Traducción:
Manuel Fernández Galiano