En Alberti encontramos de una forma
clara y abierta la huella de nuestros clásicos. Leyendo su obra y observando su pensamiento apreciamos la importancia y el placer que sentía reafirmando su pertenencia a ese mundo grecolatino
que descubre gracias al arte, especialmente la pintura y las obras traducidas
de los clásicos. Baste recordar sus propias palabras en “La
arboleda perdida” refiriéndose a quienes habían encendido en él la vena
poética; dice Alberti: “…Me entusiasmé
con Aristófanes, más que nada por su Lisístrata, que releía entre pudibundos
sonrojos y carcajadas. Me quitó el sueño la grandeza de Ésquilo; me llenaron
de ilusiones heroicas los dioses
guerreros de la Iliada y las aventuras azules de Odiseo; me volvieron pastor de
rosas y cipreses los Idilios de Teócrito, y comencé a sentir, aunque muy
vagamente desde aquellas lecturas, el angustioso anhelo de precisión y claridad
que ahora sobre todo me domina.”
Junto con las obras de los autores antiguos también la pintura es un
elemento determinante para que el poeta se adentre y sienta sobre sí la influencia
y cercanía de la tradición clásica. No debemos olvidar que en su adolescencia
Alberti deseaba ser pintor por lo cual frecuentaba el Museo del Prado y el
Casón del Buen Retiro donde se dejaba seducir por “la claridad airosa de la Victoria de Samotracia, la esbelta sencillez
del Apoxiomenos de Lisipo, la infinita tortura de Laoconte, la ruda anatomía de
Hércules… “
Alberti influido especialmente por el gran pintor Tiépolo siente con
profunda emoción los colores azul y blanco de su infancia, del paisaje de su
tierra que recordaba el azul de los frescos de Creta, el azul de Italia y cómo
no, siempre el Mediterráneo. Por tanto su esencia está en España y en el mundo
del Egeo y el Tirreno.
La presencia de Italia en Alberti es evidente ya desde su cuna. Nieto de
italianos por parte paterna, ese será
además el lugar que elija el poeta para vivir durante su exilio. De hecho su
estancia en Roma marcará un importante reencuentro con unas raíces de las que
el poeta era plenamente consciente.
Para terminar este breve artículo os
dejo lo mejor de Alberti, su poesía:
RAFAEL ALBERTI
Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla un estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
ΡΑΦΑΕΛ ΑΛΜΠΕΡΤΙ
Αν η φωνή μου πέθαινε στη στεριά
φέρτε την στην επιφάνεια της θάλασσας
κι αφήστε την στην ακτή.
Φέρτε την στην επιφάνεια της θάλασσας
και κάντε την καπετάνισσα
σ΄ένα λευκό πολεμικό καράβι.
Ω, φωνή μου στολισμένη
με τα ναυτικά σύμβολα:
πάνω στην καρδιά μια άγκυρα
και πάνω στην άγκυρα ένα άστρο
και πάνω στο άστρο ο άνεμος
και πάνω στον άνεμο το πανί!.
Μετάφραση: Μόσχος Εμμανουήλ Λαγκουβάρδος
El poema en la voz del maestro Enrique Morente: