sábado, 11 de diciembre de 2010

Publius Vergilius Maro: Ecloga IV

Como faltan pocos días para que celebremos la Navidad, me apetece sugeriros que rescatemos de nuestras estanterías al gran poeta Virgilio. En concreto os propongo la lectura de su Égloga IV, en la que el poeta de Mantua alude a un niño recién nacido que traerá una nueva Edad de Oro, ya anunciada en los vaticinios de la Sibila de Cumas.
Esta égloga, dedicada a Polión y escrita en el año 40 a.C., ha tenido una gran importancia histórica puesto que ha sido considerada por muchos cristianos como una inspiración reveladora del nacimiento de Cristo.
Si os interesa profundizar más en el tema os anoto un enlace muy interesante:VIRGILIO SEGÚN JUAN PABLO II (Antonio Arbea)


Publius Vergilius Maro: Ecloga IV

Sicelides Musae, paulo maiora canamus.
non omnis arbusta iuvant humilesque myricae;
si canimus silvas, silvae sint consule dignae.
Ultima Cumaei venit iam carminis aetas;
magnus ab integro saeclorum nascitur ordo. 5

iam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna,
iam nova progenies caelo demittitur alto.
tu modo nascenti puero, quo ferrea primum
desinet ac toto surget gens aurea mundo,
casta fave Lucina; tuus iam regnat Apollo. 10

Teque adeo decus hoc aevi, te consule, inibit,
Pollio, et incipient magni procedere menses;
te duce, si qua manent sceleris vestigia nostri,
inrita perpetua solvent formidine terras.
ille deum vitam accipiet divisque videbit 15
permixtos heroas et ipse videbitur illis
pacatumque reget patriis virtutibus orbem.

At tibi prima, puer, nullo munuscula cultu
errantis hederas passim cum baccare tellus
mixtaque ridenti colocasia fundet acantho. 20
ipsae lacte domum referent distenta capellae
ubera nec magnos metuent armenta leones;
ipsa tibi blandos fundent cunabula flores.
occidet et serpens et fallax herba veneni
occidet; Assyrium vulgo nascetur amomum. 25

At simul heroum laudes et facta parentis
iam legere et quae sit poteris cognoscere virtus,
molli paulatim flavescet campus arista
incultisque rubens pendebit sentibus uva
et durae quercus sudabunt roscida mella. 30

Pauca tamen suberunt priscae vestigia fraudis,
quae temptare Thetin ratibus, quae cingere muris
oppida, quae iubeant telluri infindere sulcos.
alter erit tum Tiphys et altera quae vehat Argo
delectos heroas; erunt etiam altera bella 35
atque iterum ad Troiam magnus mittetur Achilles.

Hinc, ubi iam firmata virum te fecerit aetas,
cedet et ipse mari vector nec nautica pinus
mutabit merces; omnis feret omnia tellus.
non rastros patietur humus, non vinea falcem, 40
robustus quoque iam tauris iuga solvet arator;
nec varios discet mentiri lana colores,
ipse sed in pratis aries iam suave rubenti
murice, iam croceo mutabit vellera luto,
sponte sua sandyx pascentis vestiet agnos. 45
'Talia saecla' suis dixerunt 'currite' fusis
concordes stabili fatorum numine Parcae.

Adgredere o magnos—aderit iam tempus—honores,
cara deum suboles, magnum Iovis incrementum.
aspice convexo nutantem pondere mundum, 50
terrasque tractusque maris caelumque profundum;
aspice, venturo laetantur ut omnia saeclo.

O mihi tum longae maneat pars ultima vitae,
spiritus et quantum sat erit tua dicere facta:
non me carminibus vincat nec Thracius Orpheus 55
nec Linus, huic mater quamvis atque huic pater adsit,
Orphei Calliopea, Lino formosus Apollo.
Pan etiam, Arcadia mecum si iudice certet,
Pan etiam Arcadia dicat se iudice victum.

Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem; 60
matri longa decem tulerunt fastidia menses.
incipe, parve puer. qui non risere parenti,
nec deus hunc mensa dea nec dignata cubili est.

Traducción:

A POLIÓN

Cantemos, ¡oh Sicilianas Musas!, mayores asuntos;
pues no a todos deleitan las florestas ni los humildes tamarindos:
si cantamos las selvas, que dignas sean las selvas, oh cónsul.

Ya viene la última era de los Cumanos versos:
ya nace de lo profundo de los siglos un magno orden.

Ya vuelve la Virgen, vuelve el reinado de Saturno;
ya desciende del alto cielo una nueva progenie.

Tú, al ahora naciente niño, por quien la vieja raza de hierro
termina y surge en todo el mundo la nueva dorada,
se propicia ¡oh casta Lucina!: pues ya reina tu Apolo.

Por ti, cónsul, comenzará esta edad gloriosa,
¡oh Polión!, e iniciarán su marcha los meses magníficos,
tú conduciendo. Si aún quedaran vestigios de nuestro crimen,
nulos a perpetuidad los harán por miedo las naciones.
Recibirá el niño de los dioses la vida, y con los dioses verá
mezclados a los héroes, y él mismo será visto entre ellos;
con las patrias virtudes regirá a todo el orbe en paz.

Por ti, ¡oh niño!, la tierra inculta dará sus primicias,
la trepadora hiedra cundirá junto al nardo salvaje,
y las egipcias habas se juntarán al alegre acanto.
Henchidas de leche las ubres volverán al redil por sí solas
las cabras, y a los grandes leones no temerán los rebaños.
Tu misma cuna brotará para ti acariciantes flores.
Y morirá la serpiente, y la falaz venenosa hierba morirá;
por doquier nacerá al amomo asirio.

Cuando puedas leer las alabanzas de los héroes
y los hazañas de tus padres, y saber qué es la virtud,
amarillearán los lentos campos blandas espigas,
rosadas uvas penderán de las incultas zarzas,
y los duros robles sudarán un rocío de miel.
Con todo persistirán las huellas de las viejas maldades,
cuyas naves ofenderán a Tetis, cuyos muros ceñirán
ciudades, cuyos surcos hincarán todavía la tierra.
Habrá entonces otro Tifis, otra Argos conducirá
selectos héroes; habrá también otras guerras,
y de nuevo se lanzará sobre Troya el gran Aquiles.

Después, cuando alcances la edad viril plena,
el viajero dejará de cruzar el mar, y el náutico leño
no mercará los bienes: todo campo surtirá todas las cosas.
No sufrirá el arado la tierra, ni la vid será podada;
y a su vez el labriego desuncirá los robustos bueyes.

No aprenderá la lana a mentir con variados colores;
antes, ya en rojo múrice, ya en azafranada ajedrea,
mudará el morueco en los prados su suave vellón;
por sí mismo el minio vestirá al cordero que pace.

¡Rodad tales siglos!, dijeron a sus husos las Parcas
acordes con la inmutable voluntad de los Hados.


¡Lánzate a estos altos honores!, cumplido está el tiempo,
¡oh progenie amada de los dioses! ¡oh magno vástago de Jove!
¡Contempla cómo bajo la celeste bóveda se inclinan los astros,
y las tierras, y el vasto mar, y el profundo cielo!
¡Contempla como el siglo venturo regocija todas las cosas!

¡Oh! ¡Que mis últimos años sean tan largos
y me alcance el aliento para cantar tus hazañas!
No vencerán mis versos ni el tracio Orfeo, ni Lino,
aún si la madre a aquel y el padre a este asistieron,
Calíope a Orfeo, y a Lino el hermoso Apolo.
También Pan si compitiera conmigo, juzgando Arcadia,
también a Pan declararía vencido el juicio de Arcadia.

Comienza, ¡oh parvulillo!, por la sonrisa a conocer a tu madre:
por diez meses un largo fastidio acompañó a tu madre.
Comienza, ¡oh parvulillo! A quien no sonríen sus padres,
no se le digna la mesa del dios ni el lecho de la diosa.