En estos días de vacaciones, leyendo de nuevo las obras de algunos poetas latinos, me he reencontrado con Horacio. Como en su Liber I, dedica el carmen X a Mercurio, se me ocurrió que sería bueno compartirlo con vosotros/as.
Y aquí lo tenéis:
Mercuri facunde nepos Atlantis,
qui feros cultus hominum recentum
voce formasti catus et decorae
more palaestrae,
te canam, magni Iovis et deorum
nuntium curvaeque lyrae parentem,
callidum, quidquid placuit, iocoso
condere furto.
Te, boves olim nisi reddidisses
per dolum amotas, puerum minaci
voce dum terret, viduus pharetra
risit Apollo.
Quin et Atridas duce te superbos
Ilio dives Priamus relicto
Thessalosque ignis et iniqua Troiae
castra fefellit.
Tu pias laetis animas reponis
sedibus virgaque levem coerces
aurea turbam, superis deorum
gratus et imis.
TRADUCCIÓN
Mercurio, elocuente nieto de Atlante,
que ingenioso modelaste las salvajes costumbres
de los nuevos hombres
con la voz y la apropiada palestra,
a ti te cantaré, mensajero del gran Júpiter
y de los dioses, inventor de la arqueada lira,
astuto en esconder con un jocoso hurto
todo lo que quisiste,
Contigo en cierta ocasión se rió Apolo
desprovisto de su carcaj,
mientras (siendo) niño te asustaba con voz amenazadora
a no ser le devolvieras las vacas
que, empleando la astucia, habías robado.
Y aun más, el rico Príamo
abandonando Ilión guiado por ti,
escapó de los crueles Atridas,
de los fuegos tesalios y de la injusta guerra de Troya.
Tú, grato a las divinidades celestiales
y a los dioses del infierno,
restableces en gozosas moradas
las almas piadosas,
y manejas la etérea multitud con el caduceo dorado.
que ingenioso modelaste las salvajes costumbres
de los nuevos hombres
con la voz y la apropiada palestra,
a ti te cantaré, mensajero del gran Júpiter
y de los dioses, inventor de la arqueada lira,
astuto en esconder con un jocoso hurto
todo lo que quisiste,
Contigo en cierta ocasión se rió Apolo
desprovisto de su carcaj,
mientras (siendo) niño te asustaba con voz amenazadora
a no ser le devolvieras las vacas
que, empleando la astucia, habías robado.
Y aun más, el rico Príamo
abandonando Ilión guiado por ti,
escapó de los crueles Atridas,
de los fuegos tesalios y de la injusta guerra de Troya.
Tú, grato a las divinidades celestiales
y a los dioses del infierno,
restableces en gozosas moradas
las almas piadosas,
y manejas la etérea multitud con el caduceo dorado.