Ότι δεν με σκοτώνει με κάνει πιο δυνατό


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sócrates nos enseñó que...




Vía Escape Delusion, Tumblr































Una vida sin examen no merece la pena ser vivida.
                                                                      




sábado, 2 de noviembre de 2013

A los Quijotes de la vida. Un poema de Kostas Karyotakis.




© Mariano Villalba, La Noche del Quijote




La vida es el viaje de cada uno, personal e íntimo, pero siempre en compañía, una aventura con diálogo compartido. Trayecto de triunfos y fracasos, de idas y llegadas. Utopía y realidad.

Don Quijote representa la esencia del ser humano, libre, idealista, insumiso, virtuoso, luchador. Eterno e invencible Alonso Quijano, como leemos en su epitafio:


Yace aquí el Hidalgo fuerte
que a tanto estremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.

(El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Cap. LXXIV)


Don Quijote vence fronteras y llega también a Grecia. Obligada mención al primer traductor griego del Quijote,  Kléarjos Karceos, cuyas traducciones aparecen publicadas por entregas en la revista literaria Numás  allá por el año 1919, y a  su continuadora la recordada hispanista Iulía Iatridu, encargada tras la muerte de Karceos de completar el texto cervantino.  

En esa época son varios los escritores helenos que se inspiran en la figura del mítico caballero andante para crear sus composiciones poéticas: Kostas Uranis (un griego con España en su mochila de viajero, de ahí entre otros su libro Sol y Sombra), Filyras, Yanis Ritsos, Stavrópulos, Nikos Kazantzakis,  etc. 

Entre ellos encontramos también al poeta Kostas Karyotakis,  un maestro indiscutible de la Generación de los años 20.  En su poema Don Quijotes evoca una visión romántica del héroe cervantino, la de aquel infatigable luchador que aun cree en sus sueños.


Los Don Quijotes avanzan y miran al extremo
de la lanza en la que colgaron, como bandera, a la Idea.
Visionarios de vista gorda, no derraman una lágrima
para aceptar humanamente cualquier injuria vulgar.

Se acercan a la Razón y a los palos de los demás.
Chistosamente azotados se arrastran al medio del camino.
Sancho repite: “¿No te lo decía?”, Pero ellos insisten
en la dignidad de sus grandes proyectos y dicen: “Sancho, mi caballo”

Así, si Cervantes lo permite, yo he visto que,
en una Vida insensible, los jinetes del Sueño
desmontan sin valor y, con un pequeño suspiro,
con ojos húmedos, renuncian a sus primeras quimeras.

Los he visto regresar  –enajenados, hermosos
reyes que combatieron por un reino inexistente–
y, al sentir la chanza que corre como púrpura,
los he visto mostrar en vanos sus heridas abiertas al sol.

(Traduc. José A. Moreno Jurado)



Οι Δον Κιχώτες πάνε ομπρός και βλέπουνε ως την άκρη
του κονταριού που εκρέμασαν σημαία τους την Ιδέα.
Κοντόφθαλμοι οραματιστές, ένα δεν έχουν δάκρυ
για να δεχτούν ανθρώπινα κάθε βρισιά χυδαία.

Σκοντάφτουνε στη Λογική και στα ραβδιά των άλλων
αστεία δαρμένοι σέρνονται καταμεσίς του δρόμου,
ο Σάντσος λέει «δε σ' το 'λεγαμα εκείνοι των μεγάλων
σχεδίων, αντάξιοι μένουνε και: «Σάντσο, τ' άλογό μου

Έτσι αν το θέλει ο Θερβάντες, εγώ τους είδα, μέσα
στην μίαν ανάλγητη Ζωή, του Ονείρου τους ιππότες
άναντρα να πεζέψουνε και, με πικρήν ανέσα,
με μάτια ογρά, τις χίμαιρες ν' απαρνηθούν τις πρώτες.

Τους είδα πίσω να 'ρθουνε –παράφρονες, ωραίοι
ρηγάδες που επολέμησαν γι' ανύπαρχτο βασίλειο
και σαν πορφύρα νιώθοντας χλευαστικιά, πως ρέει,
την ανοιχτή να δείξουνε μάταιη πληγή στον ήλιο!

 (Κώστας Καρυωτάκης,  Δον Κιχώτες)







Por si he despertado vuestra curiosidad sobre la figura de este poeta griego os dejo enlace al artículo Kostas Karyotakis: Prohibido vivir, 1896 - 1928, publicado en la revista Especulo por el profesorescritor y traductor Charalampos Dimou.





viernes, 1 de noviembre de 2013

NOVIEMBRE




August Strindberg, Packis i Stranden,1892.




















Frente a la playa desierta,
oyendo caer la lluvia,
es como si hubiera vuelto
a llorar sobre mi tumba.

Baten las alas (las olas).
Arden sus llamas de espuma.
Aprisionan en sus dedos
la plata que las alumbra.

Todo está fuera del tiempo.
Pasan las nubes oscuras.
La arena, como una carne
sin tiempo, llora desnuda.

Los ojos ya no ven: sueñan.
No atinan con lo que buscan.
Las cosas están enfrente,
mas tienen el alma muda.

Se vertió el vino de ánfora
celeste de la aventura.
Ay alma, por qué volaste
con alas que no eran tuyas.


(José Hierro, Noviembre)